Senderos hacia un Arte Terapia de “ rebeldía, negación y transformación ”.

Lic. Daniel E. Benadava. Psicólogo 

“ … El amor, la amistad y el arte son todos intentos de reunión que el
yo realiza desde su isla para trascender su soledad. 
Y esos intentos, son posibles por que se realizan de sujeto a sujeto …
mediante los concretos símbolos del arte … ”

Ernesto Sabato.

 

Breve introducción.

En nuestras sociedades encontramos un imaginario social que favorece la alienación del sujeto, promueve el empobrecimiento material y espiritual del hombre, y sostiene la exclusión, casi sin retorno, de gran parte de la población mundial.

Esta situación, ha sido el fruto de la minuciosa y progresiva creación de universos de significaciones imaginarias, que operan en nuestras sociedades, legitimando y reproduciendo la construcción de un hombre que, en su afán por conquistar el mundo en el que vive y a los seres que por el transitan, terminó cosificándose a si mismo y a sus semejantes.  En efecto, lamentablemente hoy en día las personas son mas valoradas por el poder que tienen sobre los otros, que por su capacidad de pensar, amar, sentir profundamente y crear, en libertad, con los demás.

Es un momento histórico difícil de transitar, en el que se ha instaurado la lógica del " todos contra todos ", a partir de la cual, nuestro prójimo es visto como un enemigo o un obstáculo a saltear en búsqueda del éxito individual.

Detrás de estos discursos, en forma latente, se encuentran las ideas de que la pobreza es el justo castigo que la ineficiencia merece, que la riqueza de unos pocos es inocente de la pobreza de millones de hombres, y que las cosas son así desde siempre, porque así lo dispone Dios.

Ahora bien, comprendiendo que frente a estas problemáticas, toda disciplina  puede reaccionar – cuanto menos – de dos maneras, o bien actuando como si los determinismos que condicionan las relaciones que los sujetos establecen entre si no existiesen; o en su defecto, aprehendiendo y apropiándose de dichos condicionamientos socio históricos para hacer algo con ellos, y transformar aquellos que precarizan el existir humano; y teniendo en cuenta que tanto los factores económicos, políticos, ideológicos, como así también las diferentes interacciones que los hombre establecen entre si, y con el medio donde se encuentran, son condicionantes y determinantes de los procesos de salud y enfermedad, en el presente trabajo busco plantear posibles marcos teóricos para pensar un movimiento dentro del Arte Terapia que, enmarcado en el paradigma crítico, posea una praxis política y ética, embarcada en la ardua tarea de propiciar que las personas tomen conciencia de las densas tramas que conforman su existir, a través de la utilización del arte como herramienta de rebeldía, negación y modificación de una realidad preexistente y mortificante.

Entiendo que tres deberían ser los pilares para construir esta disciplina: el artístico, el psicológico y el religioso.

 

Religión.

Muchos profesionales abordan el tema de la fe entendiendo que la Iglesia es uno de los tantos aparatos ideológicos del Estado, cuyo fin es la reproducción de “ … las relaciones de producción, es decir, las relaciones capitalistas de explotación de nuestras ciudades, recordando en los sermones y en otras grandes ceremonias de nacimiento, casamiento o muerte, que el hombre solo es polvo, salvo que sepa amar a sus hermanos hasta el punto de ofrecer su otra mejilla a quién le abofeteó la primera … ”[1].

Según mi parecer, afirmaciones de este tipo operan de manera totalizadora, ya que intentan triturar e invisibilizar la diversidad de prácticas y posicionamientos que, en el interior de la Iglesia, critican en forma abierta, estas cuestiones.

Así, por ejemplo, en América Latina, en las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, llevadas a cabo en Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992), se planteó una y otra vez:

  • el cuestionamiento y rechazo del pecado estructural, es decir la estructuración injusta del mundo latinoamericano en sus dimensiones políticas, sociales, económicas y culturales;

  • el abierto rechazo a la concreción histórica de los sistemas socialistas burocráticos, totalitarios y ateos;  y el “ repudio “ al capitalismo por considerar que, tanto en su forma económica como en su base ideológica, favorecen el individualismo, el lucro y la explotación del hombre por el hombre;

  • la fe es entendida no en el nivel abstracto de las ideas, sino que es comprendida en la práctica, opción y respuesta para la liberación y salvación del pecado considerado integralmente, aún en sus consecuencias estructurales – sociales, políticas, jurídicas, culturales, económicas, etc. -.

De esta manera, creo imprescindible e impostergable el conocer estos posicionamientos para acercarnos, desde una visión mas amplia, al pueblo cristiano que transita por nuestras tierras.

 

Arte.

En el campo artístico acontece que, desde ciertos sectores de la ortodoxia de izquierda, se busca imponer al arte un objetivo doctrinario e intelectual, como ocurre con el Realismo Socialista.

Por este camino, en vez de obras artísticas, en muchos casos, se crean afiches  o propagandas políticas, y se subestima como un arte menor o “ burgués “, a todas aquellas manifestaciones que no adhieren a la revolución social, o en su defecto que no promueven la lucha política.

A todos aquellos que sostienen esta tesis, habría que recordarles que fue Ernesto Guevara quien planteó, en una carta enviada al Seminario Marcha de Uruguay en el año 1965:

“ ... el realismo socialista nace sobre las bases del siglo pasado.  Pero el arte realista del S XIX, también es de clase mas puramente capitalista, quizás que este arte decadente del S XX, donde se transparenta la angustia del hombre enajenado ... no se pretenda condenar a todas las formas de arte posteriores a la primera mitad del S XIX desde el trono de pontificio del realismo a ultranza, pues se caería en un error de retorno al pasado, poniendo camisa de fuerza a la expresión artística del hombre que nace y se construye hoy .. ”[2].

De esta forma, creo que ha llegado el momento de darle su justa importancia a todos aquellos movimientos artísticos que, desde el postimpresionismo hasta nuestros días, de diferentes – y en ocasiones contradictorias – maneras, se rebelan contra una realidad que rechazan, contra una cultura científica que acabó por objetivar la vida de los seres humanos, y se lanzan a la búsqueda del hombre “ de la vida cotidiana “, aquel que quedó extraviado en el mundo de los objetos.

Así mismo, siempre es conveniente recordar que “ … el arte como modelo y apropiación del tiempo y el espacio, hasta que no se exprese en la práctica social, será una utopía … ”[3], que enciende una luz de esperanza sobre la desazón de nuestros días.

En última instancia, creo que hay que “ revalorizar ” todas aquellas tendencias dentro del ámbito artístico que  procuran denunciar la vida y la desgracia, la alegría y el desamparo, por los que atraviesan los hombres en un momento socio histórico determinado.  Siguiendo esta línea de pensamiento, el arte constituiría un esfuerzo por representar la dignidad del hombre en esa tensión, continua, que se presenta entre su conocimiento amargo de la realidad, y su necesidad de transformarla y humanizarla.  Es decir, desde esta perspectiva, el arte intentaría expresar la “ realidad total ”, sin aislar este presente cargado de toda la historia pasada, de  una interpretación, de un proyecto de futuro.

 

Psicología.

Por último, y dentro del ámbito de la psicología, varios han sido los profesionales que elaboraron marcos teóricos para intentar comprender cuales son los efectos de la estructuración injusta de nuestras sociedades en la subjetividad.

Erich Fromm plantea que, en líneas generales, en la modernidad el hombre se ha convertido en una ruedecilla de una gran maquinaria, sobre la cual tiene un poder casi nulo;  y que, así mismo, su  conocimiento, sobre las causas de los cambios y las transformaciones que se dan en el mundo, en el mejor de los casos es escaso.  Estas dos cuestiones, por un lado lo vuelven atemorizado, angustiado y aislado, y por otro lado, lo conducen a tener una sensación de aburrimiento generalizado, ya que no puede mantener una relación autentica con el mundo y con sus semejantes, en tanto no tiene tiempo para intentar comprender su sociedad, ya que lo tiene que invertir casi todo en asegurarse la mera existencia.

Con frecuencia, encontramos que los hombres para escapar de su existir que vivencian como absurdo y angustiante, reaccionan de diferentes maneras, ya sea aferrándose a antiguas formas de pensar y obrar, o buscando refugio en la droga y en el alcohol, o construyendo una pasión por el consumo, en donde el hombre es en tanto tiene poder sobre algo, quedando así relegado a un segundo plano, su poder de pensar, amar, crear, sentir.

Para que se produzca un profundo cambio en esta forma de vivir de millones de personas, Erich Fromm plantea que “ … hace falta que cambien radicalmente, no solo nuestros valores reales, sino también nuestra estructura socio económica. Los fines económicos, el lucro y la organización tienen que dejar de ser los señores del hombre y hacerse sus servidores … ”[4].

De no acontecer este cambio, probablemente el hombre seguirá viviendo en un estado de desaliento generalizado, que lo continuará conduciendo hacia una actitud de resignación mortificada. En este sentido, Fernando Ulloa  plantea que en un estado de mortificación, el sujeto se encuentra coartado, al borde de la supresión como individuo pensante, desaparece su valentía

y accionar crítico, merma su inteligencia, y su cuerpo se encuentra agobiado, apagado, falto de fuerza y sin viveza. En estas circunstancias prevalece el dolor psíquico, es decir un sufrimiento que, poco a poco, va adquiriendo una connotación infernal, ya que el sujeto, en este estado, pierde toda esperanza de poder modificar esta sensación que lo agobia.

Según Ulloa, esta mortificación que invade a la persona, tiene sus orígenes en lo que él denomina encerronas trágicas, en las cuales se pueden ubicar “ … todas las situaciones donde alguien para vivir, trabajar, recuperar la salud, incluso tener una muerte asistida, depende de algo o de alguien que lo maltrata o lo destrata … ”[5].

En concordancia con estos posicionamientos, Mendel plantea que muchas de las enfermedades y dolencias que se encuentran en la civilización moderna, son el producto de la impotencia que los hombres sienten frente a una sociedad que vivencian como atemorizante, ante un porvenir que vislumbran como desconocido y sombrío. Según el autor, en cierta medida, muchas de las producciones que nos brinda el psicoanálisis favorecen esta situación. En efecto, estamos acostumbrados a escuchar que los conflictos por los cuales atraviesa un hombre, no son mas que la exteriorización de sus conflictos internos; pero nunca se habla de las situaciones objetivas que existen en una sociedad determinada que llevan al sujeto, en términos generales, a enfermar.

Es claro que, al abordar una problemática humana, es importante considerar tanto la cuestión psíquica como social de cada individuo; pero son,  quizás principalmente, las relaciones sociales en las que esta inmerso el hombre, las que favorecen que este se encuentre lesionado, extraviado, e inhibido.

En efecto, tal como lo plantea Mendel, “ … no es necesario pensar en papá y mamá, cuando la sociedad en que se vive se convierte en una gran maquinaria, en la que se sacrifican la felicidad y la humanidad del individuo … ”[6].
 

De esta forma creo que, hay que tener especial cuidado con muchas escuelas psicoanalíticas, que en forma implícita o explícita, al no tomar en cuenta las situaciones objetivas de una sociedad que empobrecen psíquicamente a una persona, las reproducen.  En efecto, cuanto mas se analiza, e interpreta al sujeto y a sus estructuras de parentesco, en forma paralela, mas también se logra la subjetivación del individuo, es decir, su atomización respecto de sus semejantes y de la sociedad donde vive.  En busca del Inconsciente cada analizado es remitido a si mismo, a su interior, lo cual la mayoría de las veces, posibilita que el hombre continúe estando extraviado, ya que lo desgarra del contexto socio histórico donde se encuentra.

 

Breve conclusión.

De esta forma, una Arte Terapia “ sostenida ” desde los lugares anteriormente esbozados, no será una teoría neutral, a histórica, a crítica y universal, sino por el contrario, constituirá un movimiento que, siendo fruto de un posicionamiento subjetivo, frente a la diversidad de prácticas, tanto teóricas como sociales, posibles, intentará “ facilitar ” la expresión del síntoma social, o sea aquel que es producto de un momento socio histórico determinado, de la persona, a partir de la creación artística.

En este sentido, los tres andamiajes escogidos considero que brindan aportes sumamente importantes y relevantes ya que, desde sus campos de acción, por un lado, se rebelan contra aquellas prácticas que “ anestesian “ a los hombres, instaurándolos en un presente continuo y autista, sin relación con el pasado y sin proyecto de futuro;  y por otro lado, buscan instaurar utopías que favorezcan, aquí y ahora, comenzar a problematizar aquellas estructuras sociales que, por su proximidad y cotidianeidad, son familiarmente siniestras, y colocan a la persona al borde de su propia extinción como sujeto pensante. 

Por todos estos motivos, creo que estos posicionamientos brindan el sustento necesario como para construir un Arte Terapia que, en una sociedad que nos enseña cotidianamente a odiarnos y a trabajar con alma y vida por nuestra perdición, este éticamente comprometido en sembrar " en los hombres la loca manía de andar soñando despiertos y cierta tendencia a la resurrección inexplicable, mediante la utilización del arte, entendiéndolo como una herramienta que no solo posibilita expresar y representar una estructura religiosa,  económica, política y social, sino también que propicia la producción de nuevos sentidos, anudando y desanudando de manera novedosa aquellas estructuras que empobrecen al hombre. 


 


[1] Althusser, L. (1994). Acerca de la reproducción de las condiciones de producción.  En Althusser, L.:   “ Ideología y aparatos ideológicos del Estado ”. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión. Pag. 42.

[2] Guevara, Ernesto (1997). Obras Completas. Buenos Aires: Ed. MACLA. Pags. 216/217.

[3] Lefebre, Henry. “ Crítica a la vida cotidiana. El derecho a la ciudad ”. Editorial Península

[4] Fromm, E. (1993). Etica y Política, Obra póstuma 3. Buenos Aires: Ed. Paidos. Pag. 31

[5] Ulloa, F.(1995). Novela clínica psicoanalítica, Historial de una práctica. Buenos Aires: Ed. Paidos. Pag. 250

[6] Mendel, G.(1972). Socio psicoanálisis I. Buenos Aires: Ed. Amorrortu. Pag. 51.